domingo, 17 de junio de 2012

Un asesinato suicidio.


Sigue sonando esa terrible melodía que me había cantado él en la oreja, susurrándome con su aliento áspero y fresco. De repente él me abrazó, como quien abraza un suspiro de aire cuando no te queda mucha vida por las venas y te aferras a la vida. Me abrazaba tan fuerte encima de mi cuerpo estirado en su cama... un lecho adorable en medio de una sala fría y oscura. La canción me llamaba en un idioma que yo solo entendía. Juliett, decía la canción. De repente, mientras el cuerpo parecido al de un lobo me tenía cogida entre sus brazos, le cogí la mano que estaba en mi cintura y con un golpe seco la puse encima de mi estomago. Sentí una punzada tan fuerte que me quitó todo el aire que tenia dentro de los pulmones. Los dos miramos que había dentro de su mano. Era una daga. La había cogido yo misma, y con su mano me había matado, con una apuñalada en medio del abdomen. Yo respiraba fuerte y dolorosamente, mientras él me miraba a los ojos con cara de horror. No sabía que había pasado, y ni siquiera si había sido él el que me lo había clavado. De repente se abrió una puerta, y apareció ella, y cuando vio mi cuerpo tendido, con tan solo unos pocos minutos de vida, con el corazón parándose poco a poco, la daga que atravesaba mi cuerpo como una lanza, u la mano de Wolf encima del puñal, cayó al lado de mi cuerpo tiritando de dolor. “Julie, aguanta, aguanta por favor...” repetía mientras Wolf todavía sin reaccionar miraba la terrible escena de mi muerte. “¿¡Que has hecho!? ¡Eres un asesino! ¡Alejate de ella! ¡No la toques!”, gritaba ella sin cesar. Wolf se apartó un poco y observó como mi mano recorría las rojas sabanas hasta llegar a su cara. “Lo he conseguido... he conseguido que llores, ya eres libre Wolf...” dije sin aliento en mis labios morados. Le sequé una lágrima que salía de sus ojos verdes, y giré la cabeza hacia ella. “Te quiero Alejandra... Siempre te he querido. Te esperaré... lo juro...” y cerré los ojos para preparar la llegada de mi muerte inminente. “Julie, Julie por favor mirame... Julie...” dijo ella llorando.
Él se guardó mi mano entre sis labios y lagrimas, y ella sostuvo mi cabeza entre sus brazos, con la sensación de haber muerto ella también.

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