viernes, 13 de abril de 2012

Hacer el amor es cosa sencilla para las dos.

Me miras a los ojos y me dices que no te quieres separar de mi. Te abrazo y subimos a la habitación. Te vas un momento y me estiro en tu cama. Vuelves y apagas la luz tenue. Te estiras a mi lado y me abrazas contra la pared. Te huelo el pelo y te beso en los labios. Me levanto y me estiro encima tuyo. Me deseas, lo se y me dices que te pongo nerviosa. Te vuelvo a besar. Cierras los ojos y empieza la batalla por el placer y la pasión. Te desabrochas el pantalón y te subo la camiseta. Te toco y estas húmeda. Suspiras con fuerza y me dices que atente a las consecuencias. Te beso el cuerpo y tu me pides mas en silencio. Entro dentro de ti y tu gritas flojito. Voy subiendo la temperatura de tu cuerpo y tu gritas mas fuerte, y mas, y mas...
Bajo hasta abajo y tu pareces enloquecer. Me agarras del pelo y vas gimiendo desgarrando mis oídos. De repente tocas el cielo y tu cuerpo se estremece. Tus puños se cierran, tus piernas se estiran alrededor de mis sienes, de mi lengua, de mi cabeza. Levanto la boca de entre tus piernas y te miro. Pareces agotada y respiras fuertemente con los ojos cerrados. Me acerco a tu boca y te beso en la frente y en los labios. Estás extasiada y yo cansada. Te quiero, te susurro y tu tomas mi cuerpo entre tus manos con los ojos en llamas. Con tus dedos me haces tuya una vez mas y entras dentro de mi. Yo grito y tu subes el volumen de los latidos de mi corazón.

lunes, 9 de abril de 2012

Como una rosa marchita, llena de polvo, pero tan bella,,,

Era preciosa, respiraba con tranquilidad entre las sabanas blancas, las cuales fueron invadidas por un arrebato de pasión, amor y deseo en mitad de la madrugada. De repente esos ojos castaños se abrieron y me enfocaron en una mirada desorientada y confusa.
-Sigues aquí.
-Si señora, hasta que usted no me lo pida no me iré de su lado.
-Nos pueden ver aquí desnudas, ¿no te da miedo?
-No si me arriesgo por usted.
De repente una avalancha de recuerdos bombardearon mi cabeza hasta hacerme perder en la oscuridad de esa noche llena de luz. La miré y parecía una rosa marchitada, llena de polvo, pero aún así tan bella... sus ojos parecían decirle a ella misma que lo que estaba haciendo no estaba bien.
-¿Que le ocurre?
-No.
y se levantó de la cama con su cuerpo expuesto ante mis ojos.
-No podemos seguir viéndonos, Ale.
-¿Por qué?
-Porque esta mal.
Me levanté yo también y ella se apartó.
-No me toques.
-Lo he hecho toda la noche señora, puedo seguir haciéndolo ahora.
La cogí del brazo y ella se resistió.
-Miradme Julie.
-¡No!
-Miradme a los ojos y decidme si os miento cuando os digo que os quiero.
-Ya es tarde para eso.
-Nunca es tarde.
Ella se tranquilizó y se aferró a mi pecho en un abrazo que hablaba mas que mil palabras salidas de su boca o de la mía.
-¿Y si nos ven?
-Nadie tiene porqué vernos, solo estamos vos y yo señora.
-Tienes que alejarte de mi, debo irme o te haré daño tarde o temprano, y algo me dice que será mas temprano que tarde.
-Me gustaría entenderos.
-No puedes y nunca podrás.
-Pero yo le amo señora, ¿que mas puedo darle para hacerle feliz?
-No puedes darme nada, porque no se ni lo que quiero en este momento.
-¿Ah no?
-No.
Me acerqué a ella muy poco a poco para no asustarla. Parecía un zorro recién cazado, temeroso de todo ruido, de todo movimiento. Le cogí de la cintura y le acaricié la cara. Mis labios se acercaron tanto a los suyos que el aire que yo soltaba ella lo respiraba como si intercambiábamos suspiros de nuestras almas. Me acerqué tanto a su cuerpo que pude percibir su pulso acelerado, ansioso por el deseo que tenía en ese momento.
-¿Y ahora?
-No.
Le rocé con mis labios y ella no dijo nada.
-Julie, sé que deseáis.
-Eso no es cierto.
La estiré a la cama poco a poco, como si fuera de cristal y en cualquier momento fuera a estallar en mil pedazos. Le besé el cuello los hombros y los pechos.
-Me deseáis.
-Oh Ale para, por favor.
Le besé la barriga y el hueso de la cadera. Los muslos y ella rompió el silencio de repente.
-Ale, te deseo.
Y tras esas palabras un grito de placer inició otro día mas contigo. 



Julie. 

viernes, 6 de abril de 2012

Yo también me quedé contigo a gritar.

Empecé a correr entre los altos y sombríos árboles. Cogí el cuchillo que tenía entre las manos envuelto en un paño blanco y me paré en medio del bosque. Cogí mis faldas y empecé a clavarlo en ellas y desgarrarlas hasta que me llegaron por las rodillas para poder correr bien. Ya no importaba nada. Seguí corriendo hasta que me ardieron los pulmones y parecía que el corazón me iba a salir por la boca junto con todos los órganos de alrededor. Me paré en seco y caminé lentamente por el muelle de madera hasta el final y allí me senté, viendo mi reflejo en el agua del lago con el cuchillo entre las manos. Que llegara la noche era tan inminente como la muerte que me acechaba entre mis propias manos. El atardecer era precioso, y empezaba a hacer frío. Cogí e arma blanca y con un gesto tan rápido como un latido del corazón desgarró mi piel del antebrazo. La sangre no tardó en empezar a teñir el agua de rojo y mi vestido azul cielo. Mire el sol rojizo como se desvanecía entre las montañas y me dejaba en plena oscuridad. Mis ojos empezaron a llorar, y no pude evitar pensar en ella. Su pelo marrón tan oscuro como mi alma y sus manos... sus labios rosados como sus mejillas. Dios, era preciosa. Las noches que habíamos hecho locuras, nos habíamos querido como nadie pero no aguantaba más. Todo eso desapareció, tuve que abandonar el juego por las dos. Sin darme cuenta noté que los ojos se me cerraban y mi cuerpo se abalanzaba hacia el agua donde allí mi alma se perdió. Oí mi nombre, y un grito desgarrador del silencio que me rodeaba. Era ella, acariciándome la cara, pidiéndole a Dios que me trajera de nuevo. Quise articular palabra, quise decirle lo mucho que la quería, que lo había hecho por las dos, y porque seguir con lo nuestro no tenía sentido. Ella lloraba, gritaba y sollozaba desesperada, y no se por que razón sentí que yo no era la única que estaba perdiendo la vida. Algo dentro de mis entrañas moría también pero nunca supe el qué. “No te vayas por favor...”, me susurraste cerca de mi oreja entre mi pelo mojado y mis ojos cerrados, ya muertos. “Te quiero Julie, siempre te he querido y eso nunca nadie lo va a cambiar. Te juro que te encontraré, si no es ahora será en otra vida, pero te seguiré buscando hasta el fin de mi existencia con tal de estar contigo”, y me besó la frente y los labios. Me acarició el pecho buscando los latidos de un corazón que hacía ya minutos que no bombardeaba sangre. Sí, en parte si me despedí, y entendí esas palabras perfectamente pero me fui después de besarle el pelo que le caía por la sien. Y me fui mientras escuchaba sus gritos de desesperación. Yo también quise gritar y también lo hice con ella hasta que nos invadió la negra noche de la que nunca me despertaría.

lunes, 2 de abril de 2012

Un contrato para siempre.


Dicen que nada importa. Que todo pasa. Que nada es eterno ni dura para siempre. He reunido e valor necesario para ofrecerte un contrato. Es un contrato simple, y si lo aceptas, solo tienes que firmarlo y éste se cumplirá.

Soy frágil, egoísta y complicada de entender. Soy tres personas a la vez en un cuerpo solo, con la habilidad de cerrarme a mi misma y no salir en mucho tiempo. Soy egoísta, celosa... Oh, si. Muy celosa y tengo mucho carácter, mala ostia, malas pulgas, mala luna, malas vibraciones, mal humor, mala leche y toda la maldad del mundo.
Soy complicada, y a veces puedo ser muy pesada. Me caigo fácilmente a pesar de mantener esa fachada de “todo me da igual” o “yo puedo sola con todo, y sola”. Me entristecen los días de lluvia y me cabrean los de sol. Soy inconformista y me falta decisión e ímpetu para hacer las cosas. Odio la música que escuchas y también odio el agua fría en la ducha. No me gusta el brócoli ni las coles de Bruselas, pero me encantan las espinacas. Me gusta el helado de stagetella pero odio la piña, el merengue, el aguacate y la chirimoya. Me apasiona el arte y me gusta ir al cine por la noche y después volver a casa a pie. Me gusta el sexo... no. Me encanta el sexo. Odio el orden compulsivo, soy mas bien desordenada pero no me gustan las cocinas sucias o desordenadas. Me gusta que me toquen el pelo mientras miramos la tele o los masajes en los pies después de un largo día. Me cabrea que me lleven la contraria o que me discutan, porque YO SIEMPRE TENGO LA RAZÓN, Y AUNQUE NO LA TENGA LA SIGO TENIENDO. Me encanta tocar la guitarra y componer canciones pero odio bailar. Tampoco me gusta que me salgan mal las cosas porque pierdo los estribos y me dan ganas de romperlo todo. Me encantan los gatos pero no me gustan nada los perros. Adoro el rock ‘n roll, el punk, el heavy metal, dethmetal, la musica gotica, el reggae, el drum ‘n bass, algunas de rap, y la música clásica. Me gusta vestir de negro y me encanta la medicina natural. Creo en mi propia religión y no está clasificada. Me encanta el teatro pero no me gustan mucho los musicales. Soy un poco histérica y me cuesta concentrarme. Me encanta escribir mis sentimientos y leer. Adoro pintar en cuadros, papeles o cuerpos. Tengo una lista de cosas por hacer. No suelo dejarme ayudar por nadie y si lo hago, luego no reconozco que el otro tenía razón. Soy muy justa, y me gusta la justicia, aún que odio los abogados. No me gusta que me agobien pero que tampoco pasen de mi. Me encanta hacer sufrir a mis padres, y no me llevo nada bien con mi padre. No soporto a mi madre y la única que me entiende es mi abuela y el gato. Tengo un buen sentido de la intuición y siempre me guío por el corazón aunque muchas veces me guío por la cabeza.... y entonces es cuando todo me sale mal. Soy una persona solitaria y me enamora la belleza en la oscuridad. Me gusta la época medieval y adoro el arte de Salvador Dalí. Soy cabezona y tozuda, y me pongo roja fácilmente. Soy MUY orgullosa y me cuesta aceptar que me he equivocado. Odio que me digan lo que tengo que hacer pero tampoco me digan “haz lo que quieras”, aún que en el fondo siempre acabo haciendo lo que me da la gana.

Esta soy yo. Si de verdad aceptas mi forma de ser y mis condiciones te juro que siempre estaré allí. Solo dime que si y nunca te dejaré a no ser que tu me lo pidas como ya te prometí una vez.

Te quiero pequeña.


Yara, Julie y Layla.

Miedo a que las cosas tengan sentido.


 -Oye que...
-Shht, calla.
-¿Qué?
-Que te calles.
-¿Por qué?
-¡Hazme caso!
-Vale...
-Vale.
-Pero Yara...
-¡Iris, cállate ya!
-¡Joder, pero por que!
-Porque no me dejas pensar.
-¿Pensar en que?
-En algo.
-¿Pero en que?
-En algo importante.
-¿Y que es eso tan importante?
-Algo que tu no entenderías.
-¿Y porque no podría entenderlo?
-Porque eres pequeña.
-No soy pequeña...
-Sí lo eres.
-¡No!
-Tienes 7 años, eres pequeña.
-Bff...
-¿Qué quieres ahora?
-Que me lo cuentes.
-No lo se ni yo.
-¿De que se trata?
-Haces muchas preguntas... me pones de los nervios.
-Cuéntamelo.
-Es algo que ocurrió hace mucho.
-¿Y ya no te acuerdas?
-No lo se, a veces parece que me acuerdo de algo. Pero todo es muy raro, mis sueños, lo que Rudy me cuenta, lo que sacamos entre las dos, teorías... tengo miedo.
-¿De que?
-De que las cosas empiecen a tener sentido.
-Yo creo que eso es bueno.
-Cállate, tu no sabes nada.
-Vale...
-¿Te callaras?
-No.
-Si pudiera verte... te daba una buena bofetada niña.
-Lo sé. (Se ríe)
-No te rías de mi.
-¿Y si lo hago?
-¡Ven aquí enana!
-¿A que no me coges? (Se vuelve a reír)
-¡Verás tu!