jueves, 8 de marzo de 2012

Layla, Rudy, salvádme.

Hacía tiempo que no escuchaba tanto silencio dentro de mi, sin las habituales disputas entre Yara y Layla. Cuando estaba con ella, estirada en ese parque de hierba verde como los grandes prados de la Toscana oí una voz muy conocida en mi cabeza. Mas bien dos.
-Yara, ¿crees que es para siempre como tu y Rudy creéis?
-No se...
-¿Que es “no se”?
-Que no lo se.
-¿La quieres?
-Mucho.
-¿La amas?
-Tanto que me duele decirlo.
-Dios...
-¿Que?
-Odio ver que dependes de ella.
-Layla, para mi depender no es un problema... hace tiempo que no estábamos tan bien.
-Ya, pero, ¿hasta cuando Yara?
-Hasta que ella me deje de amar.
-¿Y si te deja de amar ahora?
-Moriré.
-¿Ves?
-Otra vez... ¿Que pasa ahora?
-¡Dependes de ella! Tarde o temprano te hará daño, ¿y eso te tiene que costar la vida?
-Sí.
-Pff...
-Layla suéltalo ya. ¿Que ocurre?
-Simple. Que odio ver que la quieres mas a ella que a mi, mas que a tu propia vida, Yara.
-Yo te quiero Layla.
-¿Y perderías la vida por ella?
-Sí, de nuevo.
-Morirás Yara... Te acabaras muriendo.
-Layla, se puede estar muerta en vida, como morí cuando la perdí.
-Pensabas que ocurriría lo mismo con Eva y Jhon.
-¿Y con Jhon no pasó? Me estuve muriendo durante dos años... y aveces todavía siento que muero por él, pero Rudy siempre está ahí para salvarme de todo.
-También te salvó de Laia.
-Cierto.
-¿Laia todavía nos sigue?
-Sí.
-Te protegeré Yara.
-Hasta que tu también acabes muriendo.



Y todo volvió a estar en silencio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario