viernes, 23 de diciembre de 2011

Mis dos yo, Yara y Layla.


El terror que siento al pensar en lo que se puede haber hecho de mi mañana, el no saber que coño seré cuando sea mayor, el pensar que mi barco va a la deriva por diversas razones. Siento que hay dos personas dentro de mi, puede que una ya esté medio muerta, en el fondo del pozo del olvido. Odio pensar que esa parte de mi ya no quiere luchar mas. Que todo se va a la mierda por momentos. Que el tiempo corre y veo que siempre me veo encallada en el mismo sitio desde hace cuatro años. ¿Y ahora eso que importa? Si todos al final acabamos de la misma manera. Tanto ricos como pobres, viejos como jóvenes, tanto maricas como machotes, todos al final acaban estando siempre en un lugar desconocido.

Muchas veces he pensado que no vale la pena sufrir tanto. Que todo lo que hay en mi se desvanece, toda esa ilusión, ese ímpetu para hacer las cosas con ganas, esas ansias por volver a amar, para agradecer cada inhalación de oxígeno porque sabes que eso te llena de vida.

Pero ahora ya no me queda nada. No me quedan ganas de luchar. No consigo nunca cerrar mis heridas. Me hieren y yo dejo que lo hagan.
Ahogo mis penas en cada calada que hago de mi cigarro, en cada lagrima que me reprimo por miedo a empezar a llorar y no parar. Si. Es eso lo que realmente siento. No lloro, no porque ya no tengo ganas, sino que no lloro por miedo a derrumbarme y no poder levantarme otra vez.

Hay otra persona en mi, y es supongo, la persona que está escribiendo ahora mismo. Es esa persona que aprieta los dientes, que frunce el ceño y cierra los puños ante una tormenta. Es esa persona que siempre pelea con mi “otra yo” para que no desfallezca jamás. Han sido unos meses duros, pero también me han servido para darme cuenta de lo fuerte que puedo llegar a ser, el poder cerrar los ojos empañados en lágrimas y decir: déjame en paz, no quiero saber más de ti, vete.

La última persona que he mencionado se llama Layla.  Es fuerte, lo suficiente como para cargar con el peso de Yara, mi otra mitad, que solo busca la paz entre el dolor y la rabia. Puede que para algunos, mis dos yo sean una chorrada, una gilipollez, o una comida de olla de las mías, pero no. Siempre he tenido un conflicto dentro de mí. Y lo que más me jode es que cada vez Layla tiene menos fuerza, y Yara se apodera de mi. Se que tengo los días contados, y que Layla no va a resistir mucho mas tiempo fingiendo que todo le importa una mierda y que sin ella, todo me va de puta madre. Que la odio, que la detesto, y que no quiero saber mas de ella. Pensándolo bien, en realidad eso no lo finjo, de verdad siento odio hacia ella, pero una cosa no quita la otra. Layla nunca podrá reconocer lo que Yara si reconoce. Que la echa de menos, que su vida es una mierda sin ella, y que sabe que reemplazarla no es la salida, que no hay día que no llore por ella, y que no hay segundo que no piense en ella. Puede que la imagine con odio y dolor, pero la recuerda, y en cada instante.
Tengo miedo... miedo de no sobrevivir a esto... tengo que matar a Yara de una vez por todas, si lo hago, mi rencor desaparecerá, las heridas sanarán y podré hacer todo esto bien. Pero de momento, aguantaré con Layla hasta el final. No quiero rendirme aún, porque siento que esto solo acaba de empezar y lo que parece un final... es solamente el comienzo.



Yara y Layla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario