sábado, 24 de diciembre de 2011

"Rosa negra" me dicen ahora.


Tengo frío, y nadie ya me arropa. Tengo sed, y ya nadie me da de beber. Tengo hambre, y ya nadie me llena la nevera. Tengo miedo, y ya nadie me asegura de que en el armario no hay monstruos. Tengo odio en mi interior, y ya nadie consigue alejarme de mis pesadillas. Tengo las manos heladas, y ya nadie me da sus manos para calentármelas. Tengo ganas de llorar, y ya a nadie le importa...
Vacío. Esto es lo que siento. “Corazón de acero” me llamaban... “eres la persona mas fuerte que he visto jamás” me dijo una amiga, “llegarás lejos con la pelirroja” me dijo otra, “que buena estas” me dijo otra chica...
Pongo los ojos en blanco y odio ponerme a pensar que sin ti ya todo me da igual. Me envías un mensaje, y finjo no darme cuenta. Lo abro al cabo de diez minutos, fingiendo que no estoy ansiosa por ver lo que escribes. Lloro. Lloro mucho. Grito. Apuñalo mi almohada con suplicas. “Por favor déjame en paz...”. sigo llorando. Y me contradigo diciéndome a mí misma “la necesito...”.
No, no puedo perdonarte. No puedo pero me encantaría hacerlo. Ojalá tuviera motivos suficientes para perdonarte, pero no consigo encontrarlos. Busco alguien que me sepa aconsejar, pero todos me dicen igual antes de que les pregunte: “¿que tal con la pelirroja?”. “Solo somos amigas” contesto triste. “Pues nadie lo hubiera dicho el jueves!” y sueltan una carcajada que me provoca nauseas.
Nadie está a mi lado. Tina parece entenderme, y Alexia también, y Evelyn... pero solo parece. Nadie sabe que desde que leí esa conversación algo murió en mi. Se apagaron todas las luces de navidad, los abetos decorados con bolas rojas y guirnaldas se marchitaban, se volvían pequeños y negros...
Y ahora nada me hace sentirme bien. Me hundo en mi misma. Hago cosas, me muevo, hago trabajillos de casa, juego con mi hermano pequeño después de tanto tiempo sin hacerle caso... pero incluso eso ya no consigue llenarme.
Desde que ya no esta ella en mi vida... ya nada tiene sentido para mi, simplemente lo hago para no pensar en ella, para no quebrar el silencio con otro llanto. Prefiero esperar a la noche para hacerlo, así no me verá nunca nadie.
Intento siempre estar de acuerdo con Layla, sentirme libre y con ganas de olvidarlo todo y volver a empezar... pero no puedo. Hacía cuatro años que no me decían “mi rosa negra”... siempre me ha gustado que me llamen así. Solo las personas que he querido de verdad me han llamado así porque saben que amo las rosas negras. Rompo a llorar cada vez que me llaman así... como ahora. Lloro. Lloro cada vez que se de ti. Cada vez que leo tus palabras. Lloro y nadie puede hacerme sentir bien. Lloro porque me llamas “rosa negra”, y puede que para alguno sea una tontería pero.... me cago en la puta... significa demasiado para mi que me llamen así.
Ojalá pudiera perdonarte... ojalá tuviera esos motivos para decir, “puede que si que se arrepienta, puede que si que me haya podido querer alguna vez”, pero no los tengo... porque ni tan solo tengo pruebas de ello, ni hechos que lo demuestre, solo palabras...
Hice un juramento, y tu también, y para mi... los juramentos son como regalar media vida a alguien. No son simples promesas, son entregarte a otra persona... por eso ya sabes que... siempre seré tuya.



Yara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario